Grupos taínos a la llegada de los europeos, al final del siglo XV. En verde, ubicación de los caribes, pueblo belicoso de origen arahuaco como los taínos. Al occidente de la isla de Cuba se encontraban los últimos reductos de los guanahatabeyes o siboneyes, pobladores originarios de las Antillas que fueron asimilados por los migrantes arahuacos procedentes de la costa oriental de Venezuela.
Los taínos fueron los habitantes precolombinos de las Bahamas, Antillas Mayores y el norte de las Antillas Menores. Se trata de un pueblo que llegó procedente de América del Sur, específicamente de la desembocadura del río Orinoco, pasando de isla en isla, reduciendo o asimilando a los pobladores más antiguos,12 como los guanajatabeyes y los ciguayos cuyas culturas son anteriores a la llegada de los taínos. La lengua taína pertenece a la familia lingüísticaarawak, que se extiende desde América del Sur a través del Caribe.
En el momento de la llegada de Cristóbal Colón en 1492, había cinco cacicazgos taínos en el territorio de La Española (hoy Haití y República Dominicana), cada uno dirigido por un cacique principal (jefe), a quien se le rendía homenaje. Puerto Rico
también fue dividida en cacicazgos. Al jefe o cacique de la tribu se le
pagaba un tributo significativo. Los caciques tenían el privilegio de
llevar colgantes de oro llamados guanin, viviendo en bohíos
rectángulo en lugar de ovalados que los pobladores habitaban, y
sentándose en taburetes de madera cuando recibían huéspedes. En el
momento de la conquista española,
los mayores asentamientos de población taína podían llegar hasta 3.000
personas cada uno. Los taínos eran históricamente enemigos de sus
vecinos las tribus caribes, otro grupo originario de América del Sur, que vivían principalmente en las Antillas Menores.3 La relación entre los dos grupos ha sido objeto de mucho estudio.
Durante gran parte del siglo XV, la tribu taína estaba siendo
conducida hacia el noreste del Caribe (lo que hoy es América del Sur),
debido a las incursiones de los caribes. Muchas mujeres caribes hablaban
lengua taína debido a la gran cantidad de mujeres taínas cautivas entre
ellos.4
En el siglo XVIII, la sociedad taína había sido devastada por enfermedades introducidas tales como la viruela,
así como otros factores tales como los matrimonios mixtos o
interraciales y la asimilación forzada a la economía de plantación que España impuso en sus colonias del Caribe, con la posterior importación de trabajadores esclavos africanos. El primer brote de viruela registrado en La Española se produjo en diciembre de 1518 o enero de 1519.5 Se argumenta que no hubo mestizaje (mezcla racial y cultural) sustancial, así como varios pueblos de indios que sobrevivieron hasta el siglo XIX en Cuba. Los españoles
que llegaron por primera vez a las Bahamas, Cuba y La Española en 1492,
y más tarde a Puerto Rico, no llevaron mujeres. Tomaron a las mujeres
taínas por sus esposas, que resultaron en niños mestizo
Arte taíno
El arte de los taínos, conceptual y a la vez,
utilitario, refleja antes de nada, su visión mágico-religiosa del mundo.
Sus obras de arte están representadas por una vasta gama de objetos de
uso personal y doméstico, y, en particular, por un rico repertorio
ceremonial. La variedad y cantidad de estos objetos, trabajosamente
elaborados (recordemos que no disponían de instrumentos metálicos) en
los más diversos materiales obtenibles en su ambiente o derivados de su
comercio, constituyen la muestra más fehaciente de su innata inclinación
artística.
Las formas abstractas, naturalistas o estilizadas
de estos objetos eran tradicionales y estereotipadas, por lo cual
podemos distinguir verdaderas series de objetos similares en las
diversas islas habitadas por los taínos o en aquellas a las que llegaba
su comercio. Esta producción representa una arte conceptual al servicio
de la sociedad taína a la vez que refleja una fuerte voluntad artística y
una decidida intención mágico-religiosa. En algunas ocasiones los
taínos se veían obligados a alterar las formas convencionales para
adaptarlas al material o campo decorativo disponible, lo que hacían
verdadera habilidad y sentido estético.
El arte taíno logra sus más bellas expresiones
plásticas en el medio escultórico. Con el propósito de lograr su
objetivo artístico, los taínos utilizaron las duras piedras como el
granito, la diorita, el basalto y otras más fáciles de tallar como el
mármol y la serpentina. En muchos casos el color de la piedra, las vetas
de la misma y el pulimento que lograba darle facilitaba y enriquecía la
obra artística.
También se hacía uso de las bellas y duras maderas de los bosques tropícales como el guayacán (Guaiacum officinale), la caoba (Swietenia mahagoni)
y otras. Los huesos del manatí, el mamífero de mayor tamaño en la fauna
antillana, le proveyó de material para algunos de los más bellos
artefactos de uso ceremonial así como para tallar idolillos. El hueso
humano, en particular el fémur y el cráneo también le ofrecían la
oportunidad de grabar representaciones antropomorfas de carácter
mágico-religioso y adornos ceremoniales.
Entre los objetos más destacados del arte taíno
están los destinados al culto de los cemíes, como los ídolos tallados en
piedra y madera, los artefactos rituales de la cohoba, junto a ciertos
instrumentos musicales como las maracas monóxilas (de una sola pieza de
madera).
En lo relativo a la indumentaria y adornos de uso
corporal los taínos confeccionaron objetos de gran belleza,
sobresaliendo los amuletos y collares de piedra, caracoles y colmillos,
las guaizas o carátulas de concha sostenidas en los cinturones trenzados de algodón, y los guaníes o discos de oro que usaban los caciques.
Duho (Dujo) Asiento ceremonial en guayacán
Dentro del mobiliario taíno resaltan los duhos
o banquillos ceremoniales que se consideran, junto a los imponentes
cemís de la cohoba, unas de las realizaciones más representativas del
arte primitivo universal.
Por su parte, los elaborados aros monolíticos (de
una piedra) y las piedras acodadas, empleados posiblemente en el juego
de la pelota, así como los vasos efigies cerámicos, de notable interés
iconográfico, son igualmente valiosos exponentes de la pericia artística
alcanzada por estos aborígenes en el logro de sus ejecuciones en
piedra, concha, barro, hueso y sobre todo en la dura madera del guayacán
(Guaiacum officinale) y la caoba (Swietenia mahagoni).
Incluso sus vasijas, manos de morteros,
pintaderas de barro, hachas líticas y otros utensilios de uso cotidiano
pueden ser apreciados como verdaderas creciones artísticas por su
esmerada terminación y bellos rasgos decorativos de carácter esotérico.
Los morteros y majadores líticos de la cultura
taína generalmente tienen esculpidos elementos figurativos que pueden
tener forma humana o de animales, que junto a otras decoraciones en bajo
relieve, le imprime a estos artefactos utilitarios un carácter
propiamente ceremonial, por lo cual, los arqueólogos consideran que
estas piezas talladas con gran esmero tendrían un sentido o función
ritual y se emplearían en la pulverización de las plantas embriagantes
inhaladas por los indios en la ceremonia de la cohoba con lo cual creían
comunicarse con sus dioses o cemíes.
Mitología y religión taínas
Los taínos creían en un Ser Supremo y Protector al que llamaban Yúcahu Bagua Maócoti, cuya madre fue Atabey,
Madre de las Aguas y Protectora de las parturientas, pero en sus
creencias mitológicas concebían otras divinidades o cemíes que habitaban
en el cielo, nombrado Turey, relacionándolos con los fenómenos atmosféricos, la creación de la Tierra y del género humano.
Entre sus más importantes relatos mitológicos están los de la creación del sol y de la luna que salieron de una cueva, llamada Mautiatihuel, donde habitaban dos cemíes hechos de piedra que eran Boínayel y Márohu, considerados dioses protectores y a los cuales se invocaba cuando no llovía.
Los taínos creían que después de muertos los hombres iban a un lugar sagrado llamado Coaybay y que sus espíritus, llamados opías, estaban recluídos durante el día y en la noche salían de manera placentera a comer del fruto de la guayaba (Psidium guajava).
En términos religiosos, el taíno fue animista,
politeísta, creyente de la vida de ultratumba, totémico y fetichista. En
su producción artesanal y en el grafismo pictórico están presentes esas
creencias.
Los sacerdotes llamados behiques
tenían mucha influencia sobre la población en general, ya que ellos
tenían un doble poder; como intermediarios entre los dioses y los
hombres, y como médicos o curanderos. Sin embargo, la religión en sí
estaba en poder de los hombres, correspondiéndole al cacique el ser
jefe, guerrero y religioso al mismo tiempo. Una de las creencias más
generalizadas era el cemitismo, representado por ídolos o cemíes,
considerados como dioses tutelares. Cada cacique o jefe tribal tenía un
cemí particular, aparte de que existían cemíes que eran aceptados como
bienhechores por los diversos grupos clánicos. Estos ídolos estaban
representados en diferentes formas y fabricados con diversos materiales:
piedra, barro, madera, hueso, concha y hasta de algodón.
Trigonolito ('Piedra de tres puntas') En roca calcita
Entre los cemíes mas aceptados estaban las "piedras de tres puntas" o trigonolitos,
relacionadas con sus rituales propiciatorios de la fecundidad, tales
como la productividad de los conucos y la reproducción del género
humano.
El trigonolito es una pieza sumamente
especializada en cuanto al área en la cual se ha encontrado hasta el
momento con mayor frecuencia. La costa este de La Española y las costas
del oeste de Puerto Rico han sido los lugares donde se han encontrado en
cantidades apreciables estas piezas.
En cuanto al animismo, el taíno creía que los
espíritus de los muertos podían tener sus moradas en los árboles. Creía
percibir la presencia de éstos cuando se producían movimientos de las
ramas o ramificaciones especiales de las raíces. Cuando ello ocurría, el
behique o sacerdote buscaba interpretar los deseos que los muertos
querían manifestar, según la creencia. Por otra parte, una práctica
ritual muy importante lo era la de la cohoba, a través de la cual se
buscaba obtener los mensajes cemíticos.
El ritual de la cohoba
Entre los taínos, la principal ceremonia religiosa fue la cohoba
en la cual, mediante la inhalación de unos polvos alucinógenos, el
cacique o behique entraba en un estado de trance creyendo comunicarse
con sus dioses o espíritus a los que invocaba pidiendo ayuda y
protección.
Antes de entrar al templo los taínos se
introducía en la boca una espátula con la finalidad de vomitar,
purificándose interiormente, para así evitar los efectos de indigestión
que podrían producir los elementos tóxicos que contenían los polvos de
la cohoba.
El polvo alucinógeno empleado en la cohoba era
colocado sobre un plato de ofrendas que generalmente tenían los ídolos
tallados sobre la cabeza (cemíes de la cohoba, como el que aparece arriba), desde donde los oficiantes lo inhalaban mediante unos cañutos en forma de Y.
Los participantes en esta ceremonia se decoraban
el cuerpo para la ocasión y, al entrar al reciento, eran recibidos por
el cacique, quien tocaba el mayohabao o tambor de madera, sentándose luego en cuclillas en torno al cemí ante el cual se practicaba el ritual.
Al presidir esta ceremonia de la cohoba, al igual
que los juegos de pelota y otras festividades, los caciques, junto a
los demás señores principales, empleaban para sentarse unos banquillos,
hechos de madera o piedra, llamados duhos.
El tabaco
El tabaco ocupó un sitial muy importante en la
sociedad taína, asociándolo a sus ceremonias rituales y a sus prácticas
mágico-curativas.
Al parecer, por sus propiedades embriagantes y
aromáticas, el tabaco en forma de rapé fue uno de los componentes de los
polvos alucinógenos inhalados en las cohobas.
Los indígenas usaron igualmente el tabaco por
placer y para mitigar el cansancio del cuerpo en las largas caminatas
que frecuentemente hacían.
Para ello, en las proximidades de sus casas, cultivaron con esmero las plantas de tabaco (Nicotiana tabacum) cuyas hojas secaban para hacer unos rolletes alargados que los indios fumaban constantemente.
El juego de pelota
Cinturón monolítico De mármol
Los indios de la Española, Puerto Rico y las
demás Antillas fueron muy aficionados al juego de la pelota, utilizando
para ello una pelota de goma posiblemente extraída del copey (Clusia rosea), la cual sorprendió a los españoles quienes desconocían la existencia de la goma.
En el juego participaban dos equipos de
indeterminado número de jugdores que trataban de mantener la pelota en
el aire, golpeándola tan sólo con las caderas, los codos, los hombros y
con la cabeza, sin poder emplear las manos para darle, precisándose gran
agilidad y destreza por parte de los jugadores, ya fuesen estos hombres
o mujeres.
El lugar donde se jugaba recibió el nombre de batey,
consistiendo en una cancha generalmente de forma rectángular, cuyos
linderos podían estar demarcados por una hilera o calzada de piedra,
teniendo algunos de estos peñazcos petrogliflos o figuras labradas con
representaciones de cemíes u otras imágenes tutelares.
El areíto
Una ceremonia ritual de suma importancia para el taíno lo constituía el areito,
que era una expresión musical de cantos y danzas, complementada con
recitaciones de hechos y hazañas ocurridas en tiempos antepasados. El
areito se considera el signo más avanzado dentro de todas las
expresiones culturales del pueblo taíno. Por lo regular lo practicaban
en plazas ceremoniales que los españoles llamaron "corrales" y era dirigido por una persona principal. (Vea Centro Ceremonial Indigena de Tibes, Ponce, Puerto Rico.)
El areito servía para expresar la unidad tribal y
educar a los jóvenes y niños en las tradiciones familiares y de la
sociedad. Tenían significados muy variados, por lo cual un areito podía
ser amoroso, doliente, de guerra, plañidero y de carácter
místicoreligioso. En otras palabras, los areitos solemnizaban ritos,
aniversarios, celebraciones de bodas, ascensión de caciques, las
cosechas y las victorias guerreras. Cantos bailados y fraseados
coralmente iban acompañados por instrumentos musicales fabricados de
madera fuerte y hueca.
Como instrumentos musicales utilizaban maracas de madera o de higüero (Crecentia cujete), el mayohabao
o tambor confeccionado de un tronco ahuecado que colocado en el suelo
se golpeaba con un mazo, además de fotutos o trompetas de caracol,
ocarinas de barro y flautas de caña o hueso.
A estos cantos y bailes acudían los hombres y
mujeres, pintándose el cuerpo con tintes rojos, blancos y negros,
adornándose, también, con sartas de caracoles y semillas que hacían las
veces de sonajas, cuya sonoridad ayudaba a mantener el ritmo a los
danzantes. Al mismo tiempo tomaban ciertos brebajes embriagantes.
Prácticas funerarias
En lo relativo a la muerte, no existía una unidad
ritual, por lo cual las ceremonias funerarias respondían a diferentes
formas. Lo único que unificaba los ritos y ceremonias de enterramiento
era la creencia en un mundo supraterrenal o de ultratumba, por lo que
los muertos eran enterrados con sus pertenencias esenciales para que en
el más allá reconciliaran la vida personal con la vida material.
Si quien moría era un cacique se acostumbraba, en
algunas regiones, a enterrar viva, junto a él, a su esposa preferida,
denominándose a la mujer que padecía tal sacrificio Athebeane Nequen.
El cronista Gonzalo Fernández de Oviedo narra
que, después de muerto, al cacique lo fijaban con unas vendas de algodón
tejidas, le ponían sus joyas preferidas y lo sepultaban sentado en un
duho dentro de una bóveda de palos y sus indias e indios recitaban en
los areitos las obras más sobresalientes de su vida.
INTRODUCCION
Desde el momento mismo del descubrimiento de la
Española, cuando Colón y sus acompañantes
pisan tierra y
entran en comunicación con los aborígenes,
tiene lugar un proceso
más o menos complejo de relaciones raciales y culturales
entre los unos y los otros.
Los contactos de los españoles con los nativos de
la fueron desde el principio conflictivos, tanto que
produjeron la progresiva, pero implacable desaparición de
los nativos. Ya hacia 1560 apenas quedaban algunos grupos dispersos
de indígenas, sin mayores consecuencias para el futuro
progreso de miscegenación que daría nacimiento al
hombre
dominicano. A diferencia de otros países de América, Santo Domingo no presenta en la
el nuevo étnico común a otras
latitudes del continente: el mestizo.
La temprana desaparición de los naturales de la
Española fue también causa que su cultura, que a
la llegada de los conquistadores atravesaba por una etapa
neolítica, de cultivo intenso de la agricultura y
producción de cerámica y materiales
líticos, no pasara a integrarse por completo a la
simbiosis operada más tarde con la de otros
grupos
foráneos.
De la cultura taína restan muy pocos remanentes,
y estos corresponden sobre todo a los aspectos materiales de
la misma. Hay que advertir, por lo demás, que varios de
esos aspectos perduraron a través del esclavo africano,
quien los hizo suyos y los incorporó a sus costumbres y
hábitos de trabajo.
Así, por ejemplo, cuando los taínos
empezaban a extinguirse, los negros habían logrado ya
dominar la técnica del cultivo de la yuca y la
preparación del casabe, que era el básico
de aquellos. A través de los esclavos africanos, los
taínos legaron a nuestra cultura el cultivo de roza, cuya
quema y tala de árboles
serían luego continuadas por los plantadores
azucareros.
En el siguiente material encontraremos una
recopilación de la cultura de nuesros ancestros: Los
taínos, su forma de vida, sus costumbres y el legado que
nos dejaron.
LA
CULTURA TAINA.-
En el año 1492 Cristóbal Colón toca
las costas de la isla y descubre en sus habitantes una raza
indígena desconocida llamada taínos que en
lengua arawaca
quiere decir bueno o noble. Los taínos habitaban
esta isla desde el año 800 A.D.
Se organizaban en unidades tribales que se regían
diariamente y dedicados a una vida sedentaria simple y rica en
tradiciones religiosas y agricultoras, la expresión de su
cultura en nuestra isla era la más rica del área
del Caribe.
Sin embargo, el descubrimiento y sus métodos de
conquista exterminaron esta raza en un período aproximado
de 50 años, lo cual limitó el impacto de dicha
cultura indígena sobre la dominicana.
El sistema de
colonización tuvo que traer al Continente Americano,
personas más fuertes y resistentes a las duras faenas de
trabajo. ARTE RUPESTRE Y
ARTESANIA
El gran desarrollo
alcanzado en las artísticas y artesanales fue
de los rasgos más característicos de esta sociedad.
La confección de una extraordinaria cerámica para fines funerarios y rituales y
la fabricación de una enorme cantidad de ídolos,
amuletos y otros artículos de lujos, confeccionados en
piedra, madera,
concha, hueso y otros materiales no se han conservado tanto, como
los de algodón y otros (cuyo semi principal se encuentra
en el Museo de Turín, Italia).
Se han encontrado muestras del arte rupestre
taíno en diferentes localidades de la isla como en las
cuevas de las Maravillas y del Pomier; también, al dar la
vuelta al Lago Enriquillo se pueden ver las
Caritas.
Otras cuevas conocidas por sus pictografías se
encuentran en el Parque del Este y en los Haitises.
Las piezas de alfarería taína halladas en
nuestra isla son de superior calidad a las de
otras islas, al igual que los artefactos líticos y en
madera que
conformaron toda una parafernalia para la realización de
rituales mágicos religiosos taínos.
Los dos productos de
cestería más importantes que quedan como herencia de esta
cultura precolombina son la hamaca y el macuto.
El arte de los
indios taínos como el de todos los pueblos
aborígenes refleja su particular concepción del
mundo. Los taínos creían en espíritus
superiores que controlaban, a veces caprichosamente, la naturaleza humana
y el mundo.A estos espíritus el hombre
debía halagar, apaciguar o neutralizar por medio de ritos
y ceremonias sagradas. El arte taíno, encarnación
de dichas creencias, se expresaba, con relativo o absoluto
dominio
técnico en agradables formas convencionales, elaboradas
con los más diversos materiales. De algunos de sus
ejemplares, ejecutados con materia
perecedera, sólo nos resta la descripción que de ellos nos dejaron los
cronistas de Indias.
Pocos objetos de valor
artístico se salvaron de la destrucción
sistemática, llevada a cabo por los misioneros y
colonizadores, de todo lo que para ellos, tenía
significación mágico-religiosa, es decir los
ídolos y otros objetos de uso ceremonial. De la
destrucción, que obedecía a las ideas religiosas de
la época, sólo se salvaron aquellas que se
enviaron, como objetos exóticos, a príncipes
europeos renacentistas quienes los conservaron en sus gabinetes
de curiosidades, y aquellos que, a tiempo, lograron
esconder los indios en cuevas y otros lugares inaccesibles para
los conquistadores, y que serían, siglos más tarde,
re-descubiertos por arqueólogos y campesinos.
Lo que hoy podemos denominar arte taíno no
es otra cosa que la expresión simbólica y estética de su sociedad, de sus
necesidades, y sobre todo, de sus creencias y prácticas
mágico-religiosas. Es dentro de esta realidad que podemos
apreciar e interpretar sus diversas expresiones. LA
AGRICULTURA
Los Taínos nos dejaron una gran herencia social,
podemos citar, por ejemplo: varias plantas
domesticadas como la yautía, el tabaco, el
ñame, el maní, el maíz, el
mapuey y ni decir la yuca y la elaboración del cazabe,
cuyo proceso se
mantiene casi intacto hasta nuestros días. Son herencia
taína sobreviviente a la conquista. LA ESCULTURA ENTRE
LOS TAINOS
Las creencias taínas en la magia
simpática, así como en seres espirituales capaces
de controlar la naturaleza,
permeaban y moldeaban su cultura. Para el indio la naturaleza
estaba animada de poderes sobrenaturales con los que los
bohiques o chamenes y los caciques podían
comunicarse a través de estrictas y elaboradas
prácticas y ritos ceremoniales. Fray Romón
Pané (1974, Cap. XIX), a comienzos de la conquista en La
Española, recogió valiosa información que nos ilustra la manera como
el artista taíno recibía la inspiración o
más bien la orden de elaborar un objeto sagrado. Refiere
el fraile que cuando un indio que transitaba por un oscuro y
solitario lugar veía moverse las ramas de un árbol
sin la intervención de brisa alguna, persuadido de que se
trataba de un fenómeno sobrenatural, se detenía y
le preguntaba al árbol quién era y qué
deseaba. El árbol, según el fraile le
decía:
"...Llámame a un behique y te diré
quién soy."
El fraile sigue diciendo:
...y aquel hombre ido al
susodicho médico, le dice lo que ha visto y el hechicero o
brujo corre enseguida a ver el árbol de que el otro le ha
hablado, se sienta junto a él, y le hace la caoba... Hecha
la caoba, se pone de pie y le dice todos sus títulos, como
si fuera un gran señor y le pregunta, "Dime quién
eres y qué haces aquí y, que quieres de mí y
por qué me has hecho llamar Dios si quieres que te corte o
si quieres venir conmigo y cómo quieres que te lleve, que
yo te construiré una hereda."
Este sentimiento de hermandad con la naturaleza,
típico de los pueblos aborígenes, produce en el
artista taíno un profundo respeto por los
materiales con los que plasma sus obras. La piedra, la madera, el
hueso, la concha de caracol, no sólo representan el medio
sobre el cual ha de trabajar sino la identidad
existente entre esa materia y el
espíritu mismo de la deidad que en la obra ha de
plasmarse. Sólo diestros artífices eran capaces de
elaborar los ídolos y demás objetos del culto
mágico-religioso.
La celebración de los ritos y ceremonias
taínas, tales como los areytos y la cojoba
(inhalación de los polvos alucinógenos),
conllevaban toda una serie de expresiones artísticas,
manifestadas a través de un rico y vistoso despliegue de
cantos, danzas, música,
indumentarias, objetos sagrados y adornos personales. En esta
forma rendía homenaje la sociedad indígena a los
dioses y espíritus tutelares; requería, mediando
ruegos y ayunos, su protección y ayuda y así
lograba conocer sus mandatos y decisiones.
El areyto, ceremonia celebrada por diversos motivos y
con actividades desde festivas hasta luctuosas, ejemplifica la
unión de las distintas expresiones artísticas al
servicio del
grupo, de la
misma manera que la propia sociedad taína representaba la
unión de todos los miembros en la conservación de
su supervivencia física y
espiritual.
Los cronistas de Indias describen los areytos como
complejas y largas ceremonias en las que la
literatura oral, en forma de declaraciones poéticas,
historias míticas y canciones, acompañadas por la
música y
los ritmos producidos por trompetas y tambores de madera,
maracas, flautas, silbatos y fotutos de caracol, así como
por el tintineo de sartas de caracoles, servían para
recordar las gestas históricas de los taínos e
impartir la enseñanza de sus valores
tradicionales.
A los cantos y la música acompañaba el
baile comunitario, elaborándose para cada ceremonia una
complicada coreografía en la que se en lazaban los
movimientos de la danza con el
despliegue, por los bailarines de la rica gama de
ornamentación y de color
representado por los llamativos diseños pintados sobre sus
cuerpos, las máscaras que cubrían sus rostros, los
vistosos adornos de cabeza, hechos de algodón, plumas,
paja y oro, y los bellos collares, pulseras, orejas y colgantes
con que completaban su atuendo.
El arte de los taínos, conceptual y a la vez,
utilitario, refleja antes de nada, su visión
mágico-religiosa, del mundo. Sus obras de arte
están representadas por una vasta gama de objetos de uso
personal y
doméstico, y, en particular, por un rico repertorio
ceremonial. La variedad y cantidad de estos objetos,
trabajosamente elaborados (recordemos que no disponían de
instrumentos metálicos) en los más diversos
materiales obtenibles en su ambiente o
derivados de su comercio,
constituyen la muestra
más fehaciente de su innata inclinación
artística.
El arte taíno logra sus más bellas
expresiones plásticas en el medio escultórico. Con
el propósito de lograr su objetivo
artístico, los taínos utilizaron las duras piedras
como el granito, la diorita, el basalto y otras más
fáciles de tallar como el mármol y la serpentina.
En muchos casos el color de la
piedra, las vetas de la misma y el pulimento que lograba darle
facilitaba y enriquecía la obra
artística.
También se hacía uso de las bellas y duras
maderas de los bosques tropícales como el guayacán,
el moralón
y el capá. El huesos del
manatí, el mamífero de mayor tamaño en la
fauna antillana,
le proveyó de material para algunos de los más
bellos artefactos de uso ceremonial así como para tallar
idolillos. El hueso humano, en particular el fémur y el
cráneo también le ofrecían la oportunidad de
grabar representaciones antropomorfas de carácter
mágico-religioso y adornos ceremoniales.
Desgraciadamente, la rápida desintegración
de la sociedad aborigen, el clima tropical
tan devastador para muchos de los materiales utilizados por los
taínos para expresarse artísticamente; así
como la falta de interés de
los colonizadores para conservar estas manifestaciones de la
cultura aborigen, ha sido responsable de que hasta nosotros
sólo haya llegado una fracción de los objetos
representativos del arte taíno.
Las mejores manifestaciones de la escultura taina son
los ídolos de la cojoba. Estos representan figuras
antropomorfas masculinas, generalmente acuclilladas, en Io que
parece ser una posición ceremonial. Sobre la cabeza,
directamente o sostenido por una pieza de madera que salía
del dorso del ídolo, figura un plato circular, ligeramente
cóncavo, en el que colocaba el polvo alucinógeno
que aspiraba el oficiante de la ceremonia.
Al hablar del uso del tejido como complemento de las
tallas en madera no podemos dejar de referirnos a la única
escultura taína existente totalmente elaborada en tejido
de algodón. Nos referimos a una pieza excepcional
conservada en el Museo de Turin, Italia, que en la
imposibilidad de obtener en préstamo para esta exposición, hemos ilustrado a través
de fotografías. Tejida con una técnica parecida al
macramé, la figura masculina conserva en el interior de la
cabeza un cráneo humano, posiblemente el de un
chamán o cacique. El cronista Du Tertre relata la
impresión de temor de los caribes de Martinica ante el
hallazgo de un ídolo parecido:
"... algunos ídolos de
algodón con forma de hombres que tenían granos de
jaboncillo en lugar de ojos y una especie de casco hecho de
algodón sobre la cabeza, aseguran que era el dios de los
igneris que ellos habían masacrado, ni un solo salvaje se
atrevía entrar en esta caverna y temblaban de miedo cuando
se acercaban a ella ".
Los cemís o ídolos trigonolíticos
de varios tipos iconográficamente reconocibles, son las
piezas escultóricas más abundantes e interesantes
de su parafernalia mágico-religiosa. Por su forma
básica, los argueólogos los han identificado con
montañas, con la yuca germinando, con los pechos de
la mujer y con
dioses o espíritus superiores.
Los cemís trigonolíticos tienen tres
partes fundamentales: la proyección anterior, el cono
central y la proyección posterior. El cono central,
levemente inclinado hacia el frente, define las partes cuando el
cemí es sencillo, sin talla alguna. La base del
ídolo es, por Io general, ligeramente cóncava, Io
que ha hecho creer a algunos estudiosos que estuvo adherida a
otros objetos de madera o piedras. MEDIOS DE COMUNICACIÓN UTILIZADOS POR LOS
TAINOS.-
Los taínos tenían formas muy
peculiar para comunicarse una de ella era el uso de canoas, para
transportarse de un lugar a otro. ALGUNOS ELEMENTOS
DEJADOS POR LOS TAINOS A NUESTRA CULTURA.-
Elementos importantes de la cultura taina que
subsistieron y aparecen hoy incorporados a la vida y actividad
cotidianas del dominicano son:
a) instrumentos como la canoa, la hamaca, el
–usado como trompeta para
dar avisos– y la cuchara de
higüero;
b) técnicas
como el sistema de
pesca
denominado barbasco o "encandilamiento", el ahumado para la
conservación de las carnes, la cestería
–especialmente mediante el empleo de
cuerdas de
cabuya y la petaca de
yagua–, el encendido de hornos de
carbón, la utilización de la piel de
ciertos peces para
limpiar y rayar vegetales, etc.;
productos agrícolas como la batata, la
yautía, la
jagua, el
jobo, el maíz,
el
lerén, el maní, etc. Todos
ellos forman parte de la dieta dominicana.
El mundo espiritual del taíno apenas dejó
huellas en la cultura criolla, y las pocas muestras de ese mundo
se hallan fuertemente sincretizadas con las creencias y ritos
cristiano-africanos. Podemos citar, al respecto, la
sacralización de ciertos caciques taínos, elevados
a la categoría de luases o divinidades del panteón
voduísta; las supersticiones relativas a las hachas
indígenas, popularmente conocidas como "piedras de rayo" y
el mito de la
ciguapa, entidad femenina que camina con los pies al
revés.
La mayor aportación del taíno a la cultura
dominicana hay que buscarla, sin duda, en el lenguaje.
Numerosos vocablos forman parte del habla criolla (Emiliano
Tejera, 1935; Emilio Tejera, 1977). CONCLUSION
Desgraciadamente, la rápida desintegración
de la sociedad aborigen, la naturaleza perecedera -máxime
en un clima tropical
como el nuestro- de muchos de los materiales utilizados por los
tainos para expresarse artísticamente, así como la
falta de interés de
los colonizadores para conservar las manifestaciones de la
cultura aborigen, han sido causas de que hasta nosotros
sólo haya llegado una pequeña fracción de
los objetos representativos del arte taino.
Esta apretada síntesis
de las principales expresiones escultóricas, del arte y de
la forma de vida de los taínos, sólo nos permite
tener una visión limitada del arte de los antiguos
pobladores de nuestras islas. Futuras investigaciones
arqueológicas continuarán enriqueciendo con sus
hallazgos las colecciones antillanas que hoy atesoran esta
herencia.
Sin duda alguna, que los taínos nos dejaron un
legado muy apreciado: su cultura, su baile, sus alimentos; los
cuales se encuentran hoy presentes en nuestra sociedad y en
nuestros museos. Esperemos que sean transmitidos de
generación en generación y que sean conocidos por
otras culturas. BIBLIOGRAFÍA
PARA EL ESTUDIO DE LA CULTURA TAINA
FUENTES ETNO-HISTORICAS
Anglería, Pedro Martir de
1965 Décadas del Nuevo
Mundo. José Porrúa e hijos. México- (2
vols.).
Casas, Bartolomé de las
1909 Apologética Historia de las Indias,
Madrid.
1957 Historia de las Indias,
Biblioteca de
Autores Españoles. Madrid.
Colón, Cristóbal
1858 "Memorial que para los Reyes
Católicos dio el Almirante", en Colección de los
Viajes y
Descubrimientos..., Editor. Fernández de Navarrete. Vol.
1, Madrid.
1962 Diario de Colón. Editor, Carlos Sanz.
Madrid.
ARTICULOS Y LIBROS DE ARTE
Y ARQUEOLOGÍA